Resumen:
El campesinado colombiano ha tenido que generar capacidades para enfrentar las diferentes problemáticas a las que ha estado sometido desde la irrupción y consolidación del capitalismo, que le han permitido seguir existiendo como agente productivo. En este sentido no se puede hablar de un campesino histórico, sino que éste se ha ido transformando según las condiciones económicas, políticas y sociales de cada periodo de nuestra historia, que lo han hecho un sujeto político activo, consiente de sus necesidades y plateándose las posibles soluciones.
La mayor problemática a la que se ha tenido que enfrentar de forma histórica el campesinado de nuestro país, ha sido a ese fenómeno estructural de concentración de la tierra: el destierro. Para éste, las diferentes fracciones de la clase dominante han utilizado a la violencia que ha hecho del campo su constante escenario y que ha estado articulada a las formas de apropiación y acumulación del capital. Las leyes marginales de reforma agraria solo han legalizado el despojo del campesino de las mejores tierras, beneficiado de manera contundente a los propietarios y terratenientes, perpetuándose así el modelo excluyente, represivo y explotador que encama la constelación social del latifundio.
Es por ello que la lucha por la tierra como el medio de producción indispensable para la existencia campesina, ha sido el punto central y eje de las luchas agrarias en Colombia. Estas luchas, en las cuales el campesinado ha constituido varias formas de organización y movilización, han tenido grandes flujos y reflujos que han evidenciado su constancia y persistencia. La represión ha sido la respuesta estatal histórica que ha tenido varias formas de presentarse, así como de justificarse en cada periodo.
El desplazamiento forzado es la forma como actualmente llaman al destierro campesino. Diferente nombre para una misma dinámica que evidencia la misma esencia estructural de despojo, pero que en el actual contexto se toma más compleja pues es el capital transnacional su principal beneficiario. Es así como el desplazamiento campesino permite "limpiar" los territorios que conforman las regiones que el capital articula mediante su explotación y asignación de papeles productivos específicos; convirtiéndose este en una estrategia económica, militar y política.
Bajo esta dinámica de guerra la resistencia campesina se hace cada vez más difícil, pues el desplazamiento forzado causa efectos incalculables en la comunidad y organización. La pérdida de sus territorios significa la perdida de ese lugar donde cotidianamente construye su proyecto de vida colectivo, territorialidad e identidad. Es por ello que la defensa de su tierra y su territorio se hace cada vez más necesario como importante para que los campesinos puedan seguir existiendo.