Resumen:
En el corregimiento de San Adolfo, Municipio de Acevedo, Departamento del Huila, se cultiva café como fuente principal de ingresos del sector rural. En el año 2006 se tuvo una producción de 10.514,91 toneladas de cereza en 9.054 hectáreas cultivadas, cifras elevadas gracias a que las condiciones climáticas y de altura de la región resultan adecuadas para este cultivo (Alcaldía de Acevedo, 2017).
Existe, sin embargo, una forma inadecuada de disposición de las pulpas generadas en el beneficio, pues generalmente se arroja a las fuentes hídricas o simplemente se abandona a cielo abierto. Estas malas prácticas ocasionan graves daños al medio ambiente, pues contaminan las fuentes hídricas, el suelo y el aire en zonas productoras. El caficultor opta por hacer mala disposición de estos residuos en principio por desconocimiento de las consecuencias adversas para el medio ambiente, más tarde por indiferencia y falta de formación ecológica, ahora por falta de capacidad económica o por desconfianza a procesos comunitarios asociativos además de que se desperdician los nutrientes presentes en estos residuos, que pueden ser reutilizados por los caficultores para la nutrición de sus suelos, o bien explotarse en subproductos.
La zona que se ve afectada por esta contaminación corresponde al corregimiento de San Adolfo, desde la Cueva de Los Guácharos, en donde nacen cuatro ríos que son de importancia para la comunicación fluvial y para los intercambios solidarios en el Huila, Caquetá y el Cauca; dos de ellos, el Fragua Grande y el Pescador son afluentes del Amazonas, y los otros dos del Magdalena (Suaza y Guarapas).
Con base en estas apreciaciones y estudios generales del problema planteado, de acuerdo con Rodríguez y Zambrano (2010), la transformación de los residuos del café en biogás a través de biodigestores anaerobios, es un reto para el sector cafetero y para los gobiernos.
Es importante tener en cuenta que sólo se dispone de pulpa en épocas de cosecha, que en Colombia y particularmente en San Adolfo se presentan en los meses de octubre a diciembre y la llamada traviesa que se da en los meses de marzo y abril. No obstante, un biodigestor alimentado con pulpa de café tiene todas las posibilidades de funcionar eficientemente con otros materiales como tallos, hojas, frutos y en general con materia orgánica.