Resumen:
Este ejercicio de sistematización de mi trayectoria en torno a la implementación de la Cátedra de Estudios Afrocolombianos, en la Institución Educativa Nuestra Señora de la Candelaria, del municipio de Candelaria, no hubiese sido posible sin el encuentro, compañía y complicidad, en este intrincado camino, de tantos seres humanos con quienes he interactuado en estos 17 años, como etnoeducador, en este territorio de corteros rebeldes. Comienzo hablando en plural. A mis estudiantes con quienes fuimos y seguimos abriendo el camino de la reivindicación del pueblo afrodescendiente en este mar de la caña; a mis compañeros maestros y directivos con quienes compartimos el tajo, el boleo y las conversas. A la comunidad de la Candelaria que me ha acogido, con sus colonias sureñas y migraciones del pacífico sur, en esas mezclas culturales complejas pero asombrosas. A los líderes comunitarios y organizaciones de base con quienes hemos trabajado en algunas articulaciones entre comunidad y escuela. A la historia tejida con la familia de la Escuela Taller Amauta, desde la entraña de la zona oriente de Cali; donde me hice educador popular y, sin saberlo, a ser un etnoeducador, pues al son de la marimba, zampoñas y las tulpas de pensamiento, las “Peñas afroandinas” fueron mi iniciación en el mundo de la lucha y la reivindicación de los saberes del pueblo afrodescendiente.