Resumen:
El impacto de la violencia sexual en el marco de conflicto armado en Colombia es aún difícil de dimensionar, ya que esta ha sido largamente invisibilizada y/o trivializada por todos los actores armados y los organismos que otorgan justicias en el país; ha sido considerada una cuestión “privada” o “intima”, una recompensa producto de los combates de los hombres, “ningún actor armado admite con franqueza haber violado, acosado o prostituido forzosamente a una víctima” (Centro Nacional de Memoria Histórica , 2017, pág. 16).
Por otro lado, el manto moral que cubre el hecho dificulta la tipificación y sanción del delito, ya que se ha estimado que la violencia sexual pertenece históricamente al universo de lo íntimo, por tener el sexo como herramienta de la agresión y por ser ejecutado sobre el cuerpo de las mujeres que han sido consideradas propiedad de los hombres o asociadas a la pertenencia de un territorio, de ahí que haya sido considerado en la ley como una “ofensa a las buenas costumbres”, “contra el honor y derechos de la familia” o como un producto “inevitable” de la guerra (Copelon, 2000). De esta manera se comprende que la historia de la violación está atravesada por las diferentes formas de ver el cuerpo, la moral, la vergüenza, los discursos académicos, la opinión pública, el concepto de mujer y su valor en las sociedades.