Resumen:
Mi piel habla lo que mi boca muchas veces calla y a su vez, puede ser leída como un libro, de allí viene el nombre de este trabajo, “MI PIEL, MI VOZ”, puesto que, al rozar mi piel con cualquier objeto, incluso con las uñas, se va enrojeciendo, luego se abulta y al cabo de algunos minutos las marcas desaparecen, como si nada hubiese pasado, como si no hubiera dolido, como si no se hubiera notado.
La reacción que mi cuerpo tiene frente a estímulos y circunstancias diversas es una respuesta inflamatoria llamada dermografía que marca mi piel haciendo posible diagramar sobre ella. Ésta tiene un trasfondo fisiopatológico que conecta las respuestas autoinmunes del cuerpo encargadas de la relación con el entorno, por lo que podría considerarse auto–agresiva. Se trata entonces de una manifestación o una respuesta que mi cuerpo realiza hacia el entorno.
En términos muy simples, la piel es el medio que separa lo interno (nuestro cuerpo) de lo externo (el mundo), y a su vez, es un medio que nos permite exteriorizar de modo sensible lo que sentimos internamente. Para muchos artistas contemporáneos es un lienzo orgánico con el cual podemos expresarnos, pero para mí es mucho más; la piel comunica con su gran formato, sí, pero en esta comunicación uno siente, percibe, duele, huele, satisface, suda, emana, manifiesta sensualidad, asco, frio, calor, enfermedad, amor, deseo, odio, temor… todo, absolutamente todo lo que sentimos en nuestro interior hace parte de esa comunicación. La piel es nuestra gran delatora; en mi caso, lo hace todo el tiempo. El cuerpo recibe sobre la piel la biografía de nuestra vida.