Resumen:
Al participar de este espacio de formación, se evidenció, en primer lugar, que muchos de los docentes que dictan hoy la cátedra de Lengua Castellana no tienen un conocimiento profundo de ella; es más, algunos de ellos no son lectores ni escritores de textos. En segundo lugar, que existe en muchos profesores un vacío teórico y conceptual que les impide cuestionarse acerca de sus propias prácticas y producir una transformación de las mismas (Gil, 2012, p.63).
Ese vacío conceptual se evidencia no solamente en los docentes, sino en la mayoría de las personas formadas bajo el sistema tradicional. Debido a las técnicas basadas en cartillas, que desarrollaban actividades mecánicas y repetitivas, no hubo siempre dentro de estos métodos espacios para el análisis, diálogo, ensayo y producción. Esto dio como resultado que muy pocas personas lograran sentirse creadoras e investigadoras, pues el error era considerado como una falla importante, ameritaba una sanción o castigo, y no siempre era corregido de la mejor manera. Con ello se generaba una clasificación de personas: aquellas que eran capaces de transcribir y decodificar textos y las que debían de tener algún problema al no conseguirlo.