Resumen:
En esta investigación se ha tomado la casa como principal referente de este proceso plástico, y como principal detonante de hechos que hacen parte de una experiencia de vida personal. Ubicarse en la casa es recordar la historia que encierra el espacio íntimo lleno de determinados objetos que solo pertenecen a la familia, que aunque no se vean ahí, están y seguirán estando gracias al poder del recuerdo, de la imaginación. A partir de la experiencia de habitar la casa se generan una serie de afectos que envuelven y transportan de una manera sutil al pasado, el interés por la transformación de imágenes y el deseo ferviente de expresarlos.
‘El Infinito’ es el nombre que lleva la finca donde vivo, nació de un juego familiar por bautizar el espacio físico que albergara nuestras anécdotas, juego que se convirtió en un inmenso sin fin de recuerdos, en una memoria infinita que permitió centrar mi pensamiento en la experiencia de habitar y de construir el imaginario.
Las experiencias en torno a la construcción de la casa sirven de pretexto para la realización de esta propuesta plástica, cada puntilla entrelazada por un alambre construye un espacio físico cargado de errores y ensayos, la experiencia se trasforma en una imagen elaborada a partir de puntos y líneas, estructurando un proceso minucioso y delicado, pensando en las sensaciones de encanto que se generan al encontrarme en ellas, al recorrer y construir cada momento que ha sido crucial en mi vida.
El Infinito. Reflexiones sobre los imaginarios del habitar, es el resultado de un proyecto de creación plástica cuyo desarrollo suscitó de manera simultánea una serie de análisis, principalmente sobre el concepto de habitar, integrado por consideraciones en términos del imaginario, la poética y el tiempo, tomado este desde dos lineamientos; el tiempo del recuerdo como movimiento constante de una memoria que registra y almacena imágenes, nociones y saberes. Y el tiempo empleado en la construcción de la casa y de la obra plástica como tal. Esta base conceptual se refleja en la praxis con una intencionalidad concreta, habitar la casa permite consentir, caminar y acariciar una experiencia dialógica de agenciamientos colectivos, donde es esa estructura la que aporta lo necesario para provocar experiencias sensibles. Esta investigación tiene inmersa algunos cuestionamientos del ser como habitante de un espacio, que se apropia de un territorio y se identifica con él en la medida que desarrolla allí sus imaginarios.