Resumen:
Preguntas sobre temas escuetos rondaban las cabezas presentes en el sitio, mientras se daba a conocer el programa de la clase. Después de ese día —y de salir con un signo de interrogación en el rostro— comenzamos a trabajar en conjunto para llegar a lo que hoy lleva por nombre náufragos de la noche.
Desde el inicio existió un interés: trabajar con las percepciones de un lugar en la ciudad que se le cree inseguro, encontrar desde el diseño la manera de representar como son vistos determinados espacios, teniendo en cuenta la forma en que los vivimos y como algunas personas nos los muestran con sus anécdotas haciendo alusión a la inseguridad en dichas localidades.
Días después, nos propusimos dar una caminata por las galerías (las plazas de mercado) ya que nos interesaba acercarnos a estos espacios, pues encontramos en ellos una dicotomía que podría ser tomada como caso de estudio, por ser percibido cotidianamente como un lugar inseguro para muchos habitantes de la ciudad, y a su vez utilizado masivamente como punto de encuentro para intercambios sociales, económicos y culturales.
Con una idea en la cabeza y temas de conversación en torno al miedo y la inseguridad en la ciudad, fuimos en busca de argumentos para materializar nuestro trabajo. Al llegar a la galería de la trece, empezamos a encontrar cosas interesantes.
Los objetos, su disposición en el atiborrado espacio, los olores, las calles y los intercambios que se daban en ellas, hacían surgir en nosotros sensaciones de incomodidad, sentimientos encontrados que también se reflejaban en los rostros de otros transeúntes. Así, decidimos hacer algo de fotografía, una que otra pregunta a los vendedores y comprar algunos mamoncillos para caminar hacia la facu y concluir nuestra jornada.
Luego de esto necesitábamos un plan de trabajo, algo mejor estructurado; unos presupuestos conceptuales que puntualizaran lo que estábamos haciendo.